EL PRISIONERO, del libro OTOÑO EN BENALIXA

No se tiene noticia
de que haya delinquido y, sin embargo,
por esas circunstancias de la vida
que no se explican nunca,
ahí está prisionero,
saltando de alegría o lo que sea,
de la caña al alambre
y del alambre al vaso del alpiste
y de nuevo a la caña
y de la caña al suelo del aluminio.
Y no se cansa de cantar el tiempo
de luz que baña su ampulosa celda.
Y canta sin desmayo
no se sabe qué idilio. Y si no añora
ni fuente ni floresta, ¿por qué canta?
Pues canta. Y está preso.
Canta y salta y contempla de soslayo
el paisaje vitral de la terraza.
Y yo, que nunca salto,
que trato de cantar y desentono
de este modo, tal vez merecería
la cadena perpetua.