EL EXTRAVIADO, DEL LIBRO RIMADO DE TOPACIO



¿Qué hago yo en esta plaza con naranjos
un lunes de noviembre y mucha niebla
viendo cómo tiritan las palomas,
si debo estar pastoreando las estrellas?
Ah, mis pasos errados… Qué engañoso
el aire que los árboles menea.
He llegado a este helor, que no buscaba,
y extraño la ternura de la hiedra
y me sorprende el vértigo del mirto
y el agua de la fuente me recuerda
los gestos de las musas que me alumbran
por lo de discurrir al par que esperan.
No es en la lobreguez de este recinto
donde encuentran propicia complacencia
los versos encendidos que a ellas debo.
Por eso la memoria se me enreda
en aquellas lejanas espesuras
donde fulgen, carnales, las estrellas.